4ª lectura continua de clásicos
16/06/2011
Niega la venda negra que se le ofrece, con un modesto movimiento de la cabeza, y se le pierde la mirada en busca del testigo que quisiera para su valor, en vano. Enfrente, la línea que forman los fusiles se ha cerrado como si cada asesino quisiera esconderse entre los demás. Cuando ya han apretado las mejillas contra las culatas, se esfuerza en buscar apoyo para los ojos, huyendo del vértigo del espanto. Oye el grito sonoro de los apuntes. Pero la fira de las hojas le hace volver la cabeza y ver el cielo azul (…). Baja los ojos hacia atrás, hacia el ancho campo, como si esperara el rostro de un amigo. Una mirada que le ayudaría en aquellas circunstancias. Pero sólo caras oscuras; objetos que nunca volverá a ver -ya se le han olvidado los nombres-; árboles que nunca volverá a ver florecer… Esta novela es la educación sentimental y dramática de una generación que rondaba los treinta años cuando murió Franco.
Lecturas
001 Ramon Saizarbitoria
